Una de las cuestiones que más habitualmente se tratan en las consultas de Acompañamiento psicológico y Counselling profesional es la relacionada con la autoestima de la persona.
Y es tan habitual porque, en realidad, la autoestima es nuestro sustento en la vida, tanto en las dificultades que nos vamos encontrando, como en las diferentes facetas vitales por las que pasamos. Muy habitualmente, debajo de un problema psicológico, hay otro relacionado con la autoestima.
Al final, pase lo que pase en nuestra vida, si tenemos buenas “agarraderas” internas, si sabemos quiénes somos, si nos ponemos de nuestro lado y no en contra nuestra, nos convertimos en el mayor apoyo que podemos tener. Más incluso que una buena relación de pareja, de amistad o familiar.
¿Qué es la autoestima?
La autoestima es el conjunto de valoraciones, emociones, pensamientos, imágenes e ideas que tenemos sobre nosotros mismos, desde diferentes puntos de vista: físico, intelectual, emocional, profesional, relacional, etc.
Tener una autoestima equilibrada implica conocer nuestras dificultades, carencias, problemas, pero también conocer muy bien nuestras cualidades y nuestros puntos fuertes. Y lo más importante, ponernos de nuestro propio lado, aunque cometamos errores o vivamos fracasos. Estar de nuestro lado, por otra parte, no significa no ver nuestras dificultades, sino aceptarlas y apreciarnos igualmente.
Cuando amamos verdaderamente a alguien somos capaces de ver sus puntos fuertes y puntos débiles; pero, incluso en el peor de sus momentos, seguimos queriendo a la persona. Somos incondicionales. Esto es también lo que ocurre cuando tenemos una buena autoestima: somos incondicionales de nosotros mismos. Y es desde esa incondicionalidad desde donde podemos realmente ver lo que tenemos que cambiar o mejorar; porque la incondicionalidad se basa en la aceptación.
¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra autoestima?
Uno de los aspectos que primero trabajo en consulta, cuando la persona necesita mejorar su autoestima es el autoconocimiento positivo.
Los problemas de autoestima implican que tengo una idea tan general y mala de mí, que, incluso, me dificulta mucho el poder entender qué aspectos debo mejorar. Las personas con muy mala autoestima entran en un gran conflicto cuando percibe un error propio, y, entonces, optan por no mirar el problema, aunque lo sufran en su interior.
Para poder mirar con ecuanimidad mis puntos de mejora, debo tener aspectos buenos en los que sustentarme. Debo tener una “agarradera” positiva, aunque sea parcial.
Por eso necesitamos, en primer lugar, construir ese sustento positivo. Esto no quiere decir que no atendamos las dificultades y los puntos de mejora, pero tras tener una base en la que apoyarnos.
Los buenos padres, los buenos profesores, los buenos coaches, los buenos psicólogos, construyen desde lo positivo, no desde lo negativo.
Porque todos necesitamos empatía para crecer; el juicio no ayuda a nadie.
Esta autoestima positiva se construye, no sólo a través de darnos cuenta de nuestras cualidades, sino entrando en una verdadera relación con quienes somos realmente: nuestras imágenes internas, nuestros símbolos, nuestras ideas más propias. Una relación que debe de ser desprejuiciada. Es crear una intimidad con nosotros mismos.
Al igual que uno llega a amar verdaderamente a otro cuando la relación se convierte en íntima y se conoce íntimamente a la otra persona, así llegamos a aceptarnos y querernos a nosotros mismos.