Uno de los aspectos que se repiten más en la consulta online con pacientes durante este tiempo de confinamiento es el relativo al sueño y a los sueños.
Algunas personas con las que hablo están llevando relativamente bien el confinamiento, con ideas muy positivas sobre cómo aceptarlo y sacar partido de él. Sin embargo, incluso en ellos, la corriente inconsciente común de inquietud, desazón y dificultad para lidiar con lo incontrolable de esta situación aparece durante la noche.
Al caer la noche, los fantasmas aparecen disfrazados de sobreactividad, pensamientos obsesivos y pesadillas. No ayuda la falta de ejercicio físico, y tampoco el escrutinio constante de noticias y redes sociales. Es recomendable, por tanto, dejar de estar sobreexpuestos a este aluvión de imágenes y de luz azul, al menos, una hora antes de irse a la cama. Hay libros de papel maravillosos que pueden ayudarnos mucho más en esta higiene nocturna.
Pero más allá de esto, es muy interesante la potente elaboración de sueños y pesadillas que se está produciendo en estos momentos. Pueden reflejar las inquietudes particulares de cada persona; pero probablemente hablan mucho más de los temores globales, de comunidad, país y planeta. Aparecen a menudo imágenes de naufragios, encierros, laberintos en los cuales nos perdemos, o grupos de personas que nos acusan. Éstos y otros similares son representaciones muy significativas de las fuerzas inconscientes subterráneas que ahora compartimos.
Charlotte Beradt, una periodista alemana, se dedicó a recopilar en el año 1938 sueños de una enorme variedad de personas y procedencias dentro de su país. Muchos de ellos reflejaban a la perfección las condiciones sociopolíticas de la época y de la nación: el estado policial, el miedo, la sospecha. Algunos, incluso, vaticinaban el desastre posterior al que el país se dirigía con decisión. Jacobo Siruela hace un análisis estupendo de esta experiencia en su libro “El mundo bajo los párpados”, ediciones Atalanta.
Y es que las conexiones inconscientes entre los seres humanos que habitan este planeta son mucho más amplias y poderosas de lo que nuestra mente racional puede imaginar.
Estamos todos juntos en este barco.