El tema de nuestra casa como expresión de nosotros mismos y de nuestra psique siempre es un clásico en la interpretación de sueños y en el análisis psicológico. Pero ahora, debido a nuestro confinamiento, se convierte en un tema central en comentarios, preocupaciones e imágenes.

Hay una enorme diversidad de experiencias; unas muy buenas y otras muy malas. Y la mayoría, regulares, dependiendo de la semana. Porque cada semana el panorama familiar hogar-céntrico cambia, sobre todo, debido a la saturación. Lo que la semana pasada era original, divertido, sorprendente, se convierte en cansino en la siguiente. Las modas externas e internas al hogar pasan a convertirse a una velocidad supersónica en insoportables aburrimientos… El Resistiré, por ejemplo. Ya parece haber saturado con su tonadilla nuestra mente, que la repite dentro de la cabeza una y otra vez, hasta llegar a resultar insufrible. ¿Cómo te la quitas de la cabeza, por dios?

Pero también a veces pasa al revés: la semana falta de alicientes se transforma en una sorpresa positiva si encuentro una manera diferente de lidiar con el aburrimiento, o los niños.

Por centrarnos hoy en algunas maneras concretas de permanecer en esta vasta diversidad, podemos hablar de las personas que están experimentando el Efecto Cocoon del confinamiento.

Para algunos, esta pandemia ha convertido su casa en un paraíso mucho tiempo anhelado. Lo describen en sus comentarios como el refugio donde pueden olvidarse del tiempo y del mundo. El lugar donde se les permite recrearse en aquellos aspectos que más echan de menos en la bulliciosa vida cotidiana pre/COVID19.

Así les pasa a algunas madres y a algunos padres que habían tenido que dejar en la guardería a sus bebés para ir a trabajar, y que ahora experimentan una conexión, como familia en el nido, que no podrían tener si esta pandemia no hubiera aparecido en sus vidas. Irónicamente, algo tan terrible como esta pandemia ha permitido para algunos una deseada y sorprendente conciliación.

Para otros, los muy introvertidos en este país de los muy extravertidos, es una oportunidad para aislarse del bullicio social sin presiones, culpabilidad ni reproches; y sumergirse en un mundo lleno de libros, películas, arte, música, series o juegos.

Una mención especial puede hacerse a aquellos nuevos creadores, porque nos recuerda lo sorprendente y maravilloso de la capacidad humana. Personas cuya creatividad, abrumada y aprisionada por la racionalidad del mundo “normal”, sale ahora en ese rincón de su casa como si no tuviera límites; un desbordante y alegre torrente en el deshielo primaveral.

¿Qué pasará con el cocoon a lo largo de las cansinas semanas del confinamiento? ¿Y qué será de él cuando nos permitan salir? ¿Se podrá mantener ese espíritu?