Trabajo individualmente con los problemas de pareja y de familia que la persona pueda tener. A diferencia de otros psicólogos, atiendo solamente a una parte de la relación. Considero que cada parte del conflicto debe trabajar por separado, con psicólogos diferentes, sus problemas.

¿Cuáles son las bases de mi terapia de pareja y de mi terapia familiar?

La confidencialidad: Al trabajar sólo con una persona y no interactuar con las otras personas implicadas, aseguro a esa persona la absoluta confidencialidad respecto a su visión sobre los problemas y sobre los restantes miembros de su familia o de su pareja.

Evitar suspicacias: Se evitan malentendidos sobre lo que el psicólogo ha hablado con una persona o con las otras, por separado. Muchas veces, tras las sesiones, los miembros de la pareja o de la familia comentan las conversaciones que han mantenido con el psicólogo; y a veces se malinterpretan partes de esas conversaciones. Esto acaba generando más dificultades de comunicación. También a veces se comparan formas de tratar del psicólogo a cada parte. Y esas comparaciones son muy perjudiciales para el desarrollo de la terapia. Por ello, considero más saludable separar los abordajes y tratamientos a cada miembro de la pareja o de la familia.

Regla de oro para resolver los problemas de relación

La regla de oro es centrarse en la responsabilidad propia. Cada parte de la pareja o de la familia lleva sus problemas a la relación. Por tanto, cada miembro de la pareja debe trabajar sus propios problemas, que son diferentes a los problemas del otro. En mi experiencia como psicóloga, se convierte en problema con la pareja lo que ya es una tendencia de problema que la persona tiene en general.

Por ejemplo, si una persona no comparte emociones con su pareja, eso suele ser una tendencia en muchas de las relaciones presentes o pasadas de la persona, no sólo en la relación de pareja actual. Así que hay que entender a qué se debe esa tendencia general y trabajarla como tal.

Cuando hay un conflicto de pareja o de familia, cada parte suele centrarse, sobre todo, en los problemas del otro, más que en los propios. Este enfoque es un gran error que crea aún más conflicto. La otra persona sólo recibe los reproches respecto a su conducta, pero no percibe en el otro empatía o esfuerzo en admitir responsabilidades propias. El resultado es una escalada en defensividad y agresión. Hay que admitir que esta tendencia a los reproches no ha funcionado durante años, e incluso ha empeorado la relación. No sirve de nada repetirle una y otra vez al otro lo que tiene que cambiar.

Cada persona debe hacerse cargo específicamente de sus propios problemas, y dejar que el otro se haga cargo de su parte. Es muy importante crear, poco a poco, esta disciplina en el acompañamiento psicológico.

En definitiva, en mi opinión, trabajar con una persona sus problemas de relación implica, en realidad, trabajar sus tendencias psicológicas generales.

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